Casa Ensamble’ un lugar de arte y delirio


La casa es enorme y mágica. Desde afuera ya muestra su imponencia y parecería que se obstinara en gritar: “el barrio La soledad no está solo porque aquí estoy yo”. Sus 1600 metros cuadrados hacen parte de la construcción que desde 1958 fue edificada sobre el famoso Park Way de Bogotá. De estilo modernista, esta construcción ahora se alza para reunir las bellas artes en un mismo lugar, para que haya un ‘ensamble’ descomunal y, quizá, un poco alucinante.

La encargada de sacar de la oscuridad esta morada fue la actriz Alejandra Borrero. Ella fue quien ideó la creación de un lugar en el que los diversos géneros artísticos pudieran confluir. Este sitio es ‘Casa Ensamble’, un sueño hecho realidad.


Alejandra, ¿cómo nació la idea de un escenario en el que se ensamblen las artes?

En algún momento cuando estábamos empezando a reconstruir la casa alguien nos dijo: dejen que ella les hable. En un principio quería poner una escuela y de pronto me di cuenta que quería seguir actuando, dirigir y mantenerme viva en los escenarios. Por eso el proyecto se fue transformando. Creo que el arte habla de lo que son los seres humanos, por eso un buen actor es aquel que es capaz de conocerse a sí mismo. En ese sentido, el arte, en todas sus dimensiones, nos acerca y nos permite tener diferentes percepciones. Entonces la casa se convirtió en un escenario en el que todas las artes pueden confluir.


La arquitectura de la casa está inspirada en una villa italiana realizada por el genial Le Corbusier. En los años cincuenta la gente se refería a ella como ‘la casa del millón de pesos’, una cifra sumamente alta para ese entonces, y era el objeto de los suspiros de los transeúntes que se atrevían a decir que dentro de ella había una “misteriosa” piscina.

Con los años, la edificación fue teniendo diferentes dueños y en el camino se transformó, del modo en que un príncipe azul puede convertirse en sapo. Sus ostentosas columnas de cuadrillos multicolores fueron tapadas por largueros de madera. El piso de parqué fue parapetado por una burda alfombra. Una pecera, que compartían la sala principal y el jardín, pasó a ser un estanque de desechos. Y en fin, todo se fue marchitando en ella.


¿Qué tan atrevido en Colombia es querer unir las artes en un mismo espacio?

Es atrevido en Colombia y en el mundo entero. A veces siento cierto pudor, pero me digo “y por qué no, si esos es lo que me estoy soñando”. En un momento tenía mucho susto de abrir ‘Casa Ensamble’ por el temor de lo que iban a decir los demás. Pero entendí que esto es algo que sale desde mi alma, y eso es lo importante. Además, va a haber personas a las que les gustará y a otras a las que no, y eso va a estar bien.

Tuvieron que pasar muchos años para que esta casa, convertida en sapo, volviera a su estado natural. Fue precisamente un día en que Alejandra, luego de salir de una de sus funciones del Teatro Arlequín, fue flechada por un aviso pegado a una de las ventanas de la casa el cual decía SE VENDE. “Parte de lo que yo quería -dice Borrero- es que la casa fuera una obra de arte, porque no creo que uno pueda enseñar estética en un sitio lleno de ratas y sucio, donde generalmente están las escuelas de actuación. Casi nunca se toma en cuenta el contorno, que es tan importante”.
De ahí en adelante tuvieron que pasar casi 16 meses para que este escenario abriera sus puertas al público. En este tiempo los encargados del proyecto se dedicaron a sacarle brillo a la edificación. Respetando el estilo original se adecuó el auditorio, las salas insonorizadas de ensayo y de locución, la biblioteca y la galería de arte, entre otros servicios.


¿Se considera una gestora cultural?

Me estoy convirtiendo en una gestora cultural. El cambio ha sido difícil porque siendo artista uno se acostumbra a ser el centro de atracción de todos. Ahora me ha tocado hacer lobby, esperar una hora para que me atienda alguien, pero eso me pone contenta.


‘Casa Ensamble’ ya estaba lista. La función tenía que comenzar. Y qué mejor que inaugurarla con una obra escrita por el irreverente Carlos Mayolo. Pharmakon fue la chispa que puso a arder el proyecto. Hace poco menos de un mes se está presentando este descarnado monólogo en el que la locura y la cordura se unen a través de la piel de un drogadicto. Las puertas quedan abiertas para todo el que esté interesado en pasar un momento en un lugar con una magia especial.


Y Mayolo... ¿qué tan importante fue para usted?

Él se debe estar riendo en el cielo. En sus últimos años escribió mucho porque además ya no le daban trabajo en televisión, y era muy divertido oírlo decir que escribir “es buenísimo porque nadie te jode, podés poner a todo el mundo ahí y hacer lo que te dé la gana y nadie te jode”.

Un mes antes de morir, Mayolo me llamó y me dijo que quería que yo fuera su angelito de la guarda y me mandó dos obras por correo. El día antes de su muerte teníamos una cita para almorzar a la cual le quedé mal y no llegué. Ese día íbamos a hablar sobre cómo quería él el montaje, pero infortunadamente no pudimos encontrarnos.

Mayolo era un hombre genial que no le daba miedo asumir ningún reto. Fue director de cine cuando en Colombia no había directores. Fue empírico, pero conocía el oficio de una manera increíble gracias a su alma y no porque alguien se lo hubiese enseñado. Fue un hombre que conocía a las mujeres como pocos, un ser amoroso al cual nunca le oí una palabra fea. Él siempre fue como un niño y me sacó la actriz que yo llevaba adentro. Ahora el alma curiosa debe estar muy feliz por estos nuevos proyectos.

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